Puesta en valor de las tacitas de El Copao: Un llamado a proteger nuestro patrimonio arqueológico

Las piedras tacitas de El Copao, ubicadas al sur de Ciruelos, han despertado el interés y la dedicación del vicepresidente de la Fundación Cultural Región de Colchagua, Antonio Saldías González. Estos impresionantes restos arqueológicos, descubiertos hace más de 30 años, representan un valioso testimonio de la vida de los antiguos pobladores cazadores recolectores de la zona central de Chile, que se remontan a más de 10.000 años atrás.

Las piedras tacitas son superficies rocosas horizontales y planas en las que se han tallado concavidades circulares u oblongas de poca profundidad. En el caso de El Copao, estas piedras se encuentran en un conglomerado de granito de color ocre y presentan siete oquedades redondas con un diámetro promedio de 18 centímetros y una profundidad variable entre cinco y diez centímetros. Es importante destacar que no se han encontrado otras piedras similares en las inmediaciones.

Lamentablemente, el terreno donde se ubican las piedras tacitas de El Copao ha sufrido alteraciones en los últimos años, tanto en su uso como en su régimen de propiedad. En las proximidades, se ha construido una vivienda de ocupación estacional, lo que ha llevado a que este sitio histórico forme parte del patio común compartido con otras viviendas. Además, anteriormente, este predio solía utilizarse para siembras y pastoreo de ovinos y aves de corral, lo cual deja rastros de presencias anteriores a menor escala.

No se cuenta con registros arqueológicos o trabajos de investigación en el área cercana a El Copao, lo que dificulta el establecimiento de una fecha precisa para estos monumentos utilizando los medios científicos disponibles. Sin embargo, en general, las piedras tacitas se distribuyen geográficamente desde la cuarta región, en el Valle del Encanto en Ovalle, hasta la región del Maule, en Vilches Alto, y abarcan tanto la precordillera andina como el valle central y la costa.

En algunos sitios de estudio y divulgación de las piedras tacitas, como el Valle del Encanto, Cerro Blanco en Recoleta, Fundo Las Cenizas en Valparaíso y Vilches Alto en San Clemente, se ha logrado establecer fechas y obtener más información sobre las ocupaciones humanas relacionadas con estos monumentos. Por ejemplo, en el sitio del Fundo Las Cenizas se encontraron objetos y ofrendas en los enterratorios, como osamentas, herramientas y armas de piedra, así como restos de cerámica y otros elementos que formaban parte del ajuar mortuorio. Basándose en las características de estos objetos y ofrendas, se estima que este enterratorio tiene alrededor de cuatro mil años de antigüedad.

En cuanto al significado y uso de las tacitas, se han propuesto diferentes interpretaciones. En el Valle del Encanto, se ha identificado una piedra llamada «las constelaciones» que contiene 29 tazas que representarían las «tres Marías», «la cruz del sur» y «las pléyades», entre otras. Además, según relatos de descendientes del pueblo Diaguita, sus ancestros realizaban ceremonias donde invocaban a sus difuntos, visualizándolos como estrellas en los cuencos de las tacitas llenos de agua para reflejar el firmamento. Esto sugiere una conexión entre las tacitas y la cosmovisión y ritualidad ancestral de estas comunidades.

Otra teoría común es que las tacitas se utilizaban como morteros comunitarios para moler semillas y hierbas alucinógenas con fines rituales y alimentarios. Sin embargo, hasta el momento no se han encontrado muestras con residuos orgánicos que respalden esta idea. También se ha planteado la posibilidad de que se usaran como mezcladores de pigmentos para el adorno corporal en ceremonias, aunque no se han hallado restos de pinturas en las tacitas.

Adicionalmente, existe una teoría que sugiere que las piedras tacitas fueron utilizadas por el pueblo mapuche como base para realizar sacrificios de animales y aves en rituales de carácter medicinal.

A pesar de los esfuerzos realizados hasta ahora, las investigaciones sobre las tacitas de El Copao continúan en una etapa de conjeturas y hipótesis, debido a la falta de avances concretos en el conocimiento de este tema. Esta situación se ve agravada por la percepción generalizada de la sociedad, que considera estas piedras como simples curiosidades sin mayor valor. En algunos lugares, incluso han sido perturbadas, enterradas o trasladadas para su uso en muros o jardines como elementos ornamentales.

Este viernes 26 de mayo, el presidente de la Fundación Diego Grez Cañete, junto con el vicepresidente Saldías, visitaron El Copao para inspeccionar el estado actual de las piedras tacitas y analizar formas de promover su visibilización, protección y conservación. Con el apoyo de la Fundación, Antonio Saldías realizará una presentación ante el Consejo de Monumentos Nacionales para que tome conocimiento de estos restos arqueológicos y se les incorpore a sus registros. Estas gestiones buscan fomentar el respeto y cuidado del patrimonio local, al tiempo que se generan oportunidades para el turismo cultural y se enriquece el conocimiento histórico de la región. Antonio Saldías González ha estado trabajando en colaboración con la municipalidad de Pichilemu para poner en valor estos monumentos mediante, por ejemplo, la incorporación en una ruta turística.

El compromiso del vicepresidente de la Fundación, Antonio Saldías González, en la protección y difusión del patrimonio arqueológico, es fundamental para alcanzar estos objetivos. Gracias a su labor y dedicación, se está logrando visibilizar las tacitas de El Copao, y esperamos que esta iniciativa inspire a más personas a valorar y proteger nuestro legado arqueológico, reconociendo la importancia de preservar nuestras raíces culturales para las generaciones presentes y futuras. El pasado ancestral de El Copao merece ser conocido, respetado y admirado como parte esencial de nuestra identidad como pichileminos, colchagüinos y chilenos.